Aún no sé si ha sido un fin de semana inmenso o infinitamente corto. Por un lado, me cuesta recordar el “antes de”, readaptarme a la rutina donde la prensa escupe malos rollos cada día. A las conversaciones sobre naderías y los retos pequeñitos. Por otra, no consigo fijar mi recuerdo en una sola anécdota de este fin de semana. Todas se suceden veloces e instantáneas, como fogonazos ante una cámara. Mientras me decido, sólo puedo afirmar que, largo o corto, este #Bilbao12 ha sido mejor de lo que me esperaba. Y eso que el evento de 2011 había dejado las expectativas muy altas.
Después de reventar el aforo del Bizkaia Aretoa, de tirar la web de EiTB a visitas, de ser TT; después de las muchas crónicas y comentarios en twitter, creo que sobra repetir que el evento fue todo un éxito. La calidad de las charlas me sorprendió en muchos casos, quizás porque mi maniático perfeccionismo me hace difícil entregar fácilmente el “sobresaliente”. En este caso, sin embargo, creo que la mayoría de las actuaciones se lo merecieron, sinceramente. Me lo pasé como una enana y aprendí como otro tanto. Y aunque me costaría enumerar aquí mis actuaciones preferidas, sería negligente no hacer una excepción con el alucinante discurshow de Xurxo Mariño y Vicente de Souza.
Con todo y como siempre, tampoco las charlas fueron lo mejor de #Bilbao12. Lo que recordaré de este evento serán las nuevas caras conocidas (o desvirtualizadas) y las viejas reencontradas. Las conversaciones enriquecedoras y las carcajadas (muchas carcajadas) que nos servirán como testigo de que, así sí, la ciencia puede interesar y entretener. Que poco a poco seguiremos avanzando.
Gracias, Naukas, por un fin de semana ilusionante.
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