Tengo algunas obsesiones; colecciones, o manías visuales… allá por donde paso, voy buscando patrones para guardarlos en mi cámara de fotos.
Una de estas manías, probablemente la más antigua, son las fotos redondas. Cúpulas, lámparas, chimeneas… da igual lo que pille: si es perfectamente circular, yo le hago un retrato. A estas alturas, debo de tener cientos de círculos en mi disco duro. Y mi pareja, por su parte, tiene cientos de fotografías de mi persona con el cuello así:
porque resulta que las cosas redondas, abundan sobre todo, por encima de nuestras cabezas.
Hace un par de semanas, se me ocurrió que, con un simple cambio de coordenadas podía desenrollar todas estas imágenes y devolverlas al mundo cartesiano (el mundo del arriba y abajo, el mundo ordenado de los ángulos rectos y el saber dónde están las cosas). El resultado es, como mínimo, curioso. Me hace pensar en el cilindro que habitamos, con su vertical dictada por la gravedad. Cuando nos colocamos de frente a ella, en cambio, todo tiene más sentido en coordenadas polares…
Pero no me enrollo: he publicado en Behance una pequeña muestra de fotos redondas desredondadas y la explicación pertinente. Un juego de coordenadas, simetrías y cosas rusas. ¡Espero que os guste! 🙂