Mi abuela falleció anoche.
No ha sido ninguna sorpresa, claro. La buena mujer tenía como 500 años (cumplió 95 el mes pasado) y una surtida colección de achaques, incluido cierto nivel de demencia. Mi abuela llevaba varios años marchándose poco a poco, recuerdo a recuerdo. Pero supongo que siempre da pena despedirse de las cosas bonitas, asumir que no volverán a pasar. Y eso sí, mi yaya era muy bonita 🙂
Al final de su vida, a medida que iba perdiendo facultades, mis tíos y mi padre iban a verla cada día. Yo solo la vi ocasionalmente durante sus últimos años y aunque a menudo no nos reconocía, siempre se alegraba de vernos. La última vez que la llamé, por su cumpleaños, me saludó con tanta alegría que hasta me emocioné (ella siempre me llamaba “cuquita”). Me dio la sensación de que sí sabía quién era.
Pero lo que sin duda la traía de vuelta con nosotros era la música. Todas las tardes, mis tíos y mi padre iban a verla y ensayaban canciones con ella, ¡incluso algunas nuevas! Y aunque Guadalupe iba perdiendo los recuerdos, esas letras se las sabía enteras. Hasta el punto de que si te confundías de estrofa, ¡ella te paraba y te hacía cantar la correcta! 😂
Siempre me fascinará esa capacidad de la música para hacerse un hogar en nuestra memoria y calentar con él los recuerdos que aún la habitan. Podemos perder nuestra historia, las caras, los nombres… pero una melodía nos lleva nota a nota a través de su propio relato. Una melodía es imborrable, el único hilo que aguanta los desgarros del tiempo. Es nuestro último refugio.
Por eso, cuando me marche yo también, recuerdo a recuerdo, espero quedarme con alguna de sus canciones. Recordar el orgullo con el que hablaba de los coros en los que había cantado. Y que siempre me llamaba “cuquita”.
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Guadalupe tuvo una vida amable. Se casó con mi abuelo Francisco y juntos criaron a tres hijos, Rosanna, Javier y Nacho. Sabía coser cualquier cosa que le pidieras, y cocinaba unos cangrejos de río que se te iba la olla. Murió en el hospital, tranquilamente, mientras dormía. Cantó hasta el último día de su vida.
2 Comments
Qué bonito artículo. Un abrazo y que esté bien, Almudena.
Siento mucho la pérdida y a la vez veo hermosa la manera en que la recuerdas y nos lo compartes.
Un fuerte abrazo.