· Trabajé por primera vez en una sala anecoica.

· Conocí a Rosario, a Blas, a Paulina, a Caleb, Carlos, Tati… y tanta otra gente preciosa.

· Descubrí las bellísimas jacarandas, los sabrosísimos mangos, los aguacates tiernos, el queso de Oaxaca, el ritmo del Danzón de Arturo Márquez.
· Nadé entre criaturas bioluminiscentes en El Paraíso.

· El año en que me enamoré de México, en definitiva.

· El año en que visité, por fin, Rusia, asistí a un concierto en el Conservatorio Tchaikovsky y presenté mis respetos ante la tumba de Scriabin.

· Comencé mi bonito bonito Proyecto de Fin de Grado.
· Empecé a escribir mi primer libro.
Un buen año, después de todo, y a pesar de lo que algún día cuente la hemeroteca.