– Falleció mi yaya.
– Me empadroné en Colmenar Viejo, amueblé mi casa y planté el primer árbol de mi jardín.
– Toqué Romeo y Julieta con la Orquesta de la UC3M.
– Canté un poema de Rosalía de Castro con los bereberes en el Sáhara.
– Probé el mejor tiramisú del mundo en Verona.
– Empecé a tocar (y a cantar) con mi nuevo combo.
– Tuve el valor de dejar un trabajo que ya no me motivaba, y tuve la fuerza de recuperarme enterita después.
– Dormí como una princesa en el palacio de la Magdalena.
– ¡Volví a hacer cerámica!
2024 fue un año complicado para mí.
Haciendo retrospectiva, salen un montón de momentos bonitos, no creáis. Este fue el año en el que toqué Romeo y Julieta con la Orquesta de la UC3M, el año en que volví a las clases de cerámica, en que canté Negra Sombra con los bereberes del Sáhara, ¡el año en que descubrí el mejor tiramisú del mundo! (lo hacen en un restaurante de Verona, ya podéis dejar de buscarlo).
Pero si hay un solo hito, una sombra que lo eclipsa todo en 2024 fue esto: 2024 fue el año en que me quemé. Así, sin ambages ni medias tintas. Me quemé tanto como uno puede quemarse con un trabajo, y mis horas de sueño y mi salud emocional empezaron a pasarme una factura dolorosa.
La historia es larga y quizás se parece a otras tantas que habéis leído. Así que saltaré al final y os contaré que, por suerte, 2024 fue el año en el que me recuperé. Y lo bueno es que a la salida del túnel, cuando los caminos ya aparece en el mapa y sabes dónde están los interruptores, me he quedado con algunas ideas que espero no volver a perder.
La primera: que lo mejor que puedes comprar con tu dinero es la libertad de elegir lo que quieres hacer y lo que no. Es un privilegio poder dejar un trabajo, lo sé, soy consciente. Pero de entre todos los privilegios a los que te dan acceso tus ahorros, este es sin duda el que más merece la pena.
También aprendí algo sobre mí misma y es que soy muy mala mercenaria. No sé trabajar solo por dinero, no me compensa. Parece que en la metáfora de “la carrera”, cada escalón, cada valla que saltas debe llevar asociado un número más alto con el que medir tu propia valía. Es tu marca personal como corredor, ¡hay que batirla! Pero a mí esa rueda me dejó atrapada en un sitio donde la dichosa cifra lo era todo… así que: nunca más. El dinero sirve para sostener la vida. Es un medio para un fin, y ni siquiera es el medio más importante.
Pero, sin duda, lo más importante para fue contar con un entorno que me protege, me guía y me apoya. Mis amigos, mi familia, mis mentores ( ❤️ Celera). De todos los privilegios, de toda la fortuna que me ha tocado vivir, que no es poca, contar con ellos es la mayor de todas. Por eso, mi retrospectiva de 2024 es, ante todo, GRACIAS. Solo espero que 2025 me ayude a devolver todo lo que en este último año me habéis regalado.